¿Por qué se evalúa con letras, y qué significan?

Todos venimos de una época en la que se nos calificaba de 0 a 20, esquema que nos es familiar, comprensible y además nos hace mucho sentido. Por ello, nos cuesta comprender cómo un sistema de evaluación en donde solo hay cuatro notas posibles puede darnos información acerca del rendimiento de los chicos. En este artículo explicaré porqué en el modelo educativo actual se hizo necesario migrar a una evaluación por letras, y qué información podemos obtener de ellas. Además, expondré cómo los alumnos se benefician de este modelo de evaluación.

El siglo pasado, todas las generaciones hemos aprendido más o menos de la misma manera. Carpetas en fila, profesores parados delante del salón quienes explicaban (unos de manera divertida, y otros simplemente haciéndonos copiar de una pizarra interminable) una serie de contenidos correspondientes a diferentes áreas de aprendizaje. Sin embargo, con los avances tecnológicos, este modelo resultó obsoleto. Probablemente toda la información que estaba escrita en esa pizarra la podamos encontrar a través de nuestro celular en menos de un segundo. Así, surgió una pregunta trascendental en la educación: ¿qué vale la pena aprender en los colegios? Si bien un bagaje de cultura general siempre será importante, esto no es suficiente para formar buenos ciudadanos, trabajadores o miembros de una familia y una comunidad (Perkins, 2014). Más allá de los contenidos, lo que los chicos necesitan aprender hoy en día son habilidades. En el mundo educativo conocemos este modelo como el aprendizaje por competencias

Siendo la evaluación un eje central del proceso de aprendizaje, la siguiente pregunta inmediata es: ¿qué vale la pena evaluar? Pero, si estamos hablando de evaluar habilidades esta pregunta nos queda corta. Así, llegamos a preguntarnos ¿cómo vale la pena evaluar? En el modelo educativo pasado esto era muy simple (para los profesores). Bastaba un papel con varias preguntas relacionadas a un tema. Si sabías la mitad de la información merecías un 10, si sabías toda la información merecías un 20; funcionaba a la perfección. Este tipo de valoración se conoce como evaluación cuantitativa. Pero, si hablamos de habilidades, los números ofrecen poca información: ¿cómo podemos cuantificar una habilidad? Lo que sí podemos observar es la “calidad” en el desempeño de una habilidad. Es así como surgió la evaluación cualitativa. 

En el Perú, la evaluación cualitativa se expresa en cuatro letras: C, implica que la habilidad se encuentra en una etapa inicial de desarrollo; B, la habilidad se encuentra en proceso de desarrollo; A, la habilidad se desarrolló según lo esperado; y AD, la habilidad superó las expectativas del desempeño esperado. Para poder medir de una manera objetiva el desempeño en una habilidad, se hizo necesario establecer estándares que no den lugar a la subjetividad. Una descripción precisa y observable que de cuenta de cómo se ve una determinada habilidad en etapa inicial, de proceso y de logro. Esto se concreta en las herramientas de evaluación. Rúbricas y listas de cotejo son las herramientas más utilizadas. Una rúbrica describe con la mayor precisión posible cómo se observaría una habilidad en cada una de sus etapas de desarrollo (inicio, proceso, logro).  Una lista de cotejo consiste en un listado de criterios que describen el desempeño exitoso en una determinada tarea. 

A más de uno nos debe haber pasado que entregábamos un trabajo escrito y el profesor colocaba un 14 sin mayor explicación, o en un examen escrito respondíamos una pregunta y obteníamos 3 de 5 puntos. Esto nos dejaba con una sensación de incertidumbre, pero lo más perjudicial es que no nos permitía saber cómo mejorar. El uso de herramientas de evaluación como rúbricas y listas de cotejo permiten disminuir la ansiedad de los alumnos frente a una tarea al brindar claridad acerca de los criterios de éxito, antes de iniciar la tarea. Además, facilita el proceso de retroalimentación efectiva mediante la cual el maestro puede informar al alumno dónde se encuentra con respecto al desarrollo de una determinada habilidad, y qué le falta para lograrla con éxito (Wiliam, 2016). 

Quizá el mayor beneficio de la evaluación cualitativa y el uso de herramientas de evaluación es el desarrollo de la agencia, que es uno de los pilares fundamentales del IB. El IB la define como la capacidad de un estudiante para tomar iniciativa con respecto a su propio aprendizaje, de responsabilizarse y apropiarse de él (IBO, 2018). A través de la evaluación cualitativa, de las herramientas de evaluación y de la retroalimentación efectiva, el estudiante puede tener un proceso de reflexión que le permita identificar qué le falta para lograr el objetivo planteado y, luego, seleccionar alguna estrategia que le haya funcionado en el pasado para moverse hacia la siguiente zona de desarrollo. Esta habilidad se conoce como la autorregulación, y es el eslabón que une la agencia con la evaluación (Adie, Willis & Van der Kleij, 2018). 

La educación, junto con la evaluación, han tenido una evolución tan rápida y drástica en los últimos quince años que nos cuesta creer que las cosas hayan cambiado tanto desde que salimos del colegio. Naturalmente, esto nos trae muchas dudas e incertidumbres no solo a los padres, sino también a los maestros. Hoy en día, nosotros no enseñamos de la misma manera como hemos aprendido. En el colegio, contamos con el respaldo del IB que constantemente nos reta, capacita y brinda las herramientas necesarias para seguir avanzando hacia la educación del futuro. Si bien, como en todo nuevo escenario no dominaremos todos los cambios con la maestría que nos gustaría, sí hay un esfuerzo conjunto por avanzar en esta dirección. Para ello toda la comunidad educativa, y sobre todo padres y maestros, debemos trabajar en equipo. Siempre todo en beneficio de quienes están en el corazón de nuestra institución, nuestros alumnos.  

Referencias: 

Perkins, D. (2014). Future wise. San Francisco: Jossey-Bass.  / Wiliam, D. (2016). The secret of effective feedback. Educational Leadership. 73 (7), 10-15. Retrieved from http://projects.ias.edu / International Baccalaureate Organization. (2018). Primary years programme. The learner. Retrieved from PYP Resources. / Adie, L.E.; Willis, J. & Van der Kleij, F. M. (2018). Diverse perspectives on student agency in classroom assessment. Australian Education Research. 45, 1-12. https://doi.org/10.1007/s13384-018-0262-2 

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