Cultura Maker: Motor de aprendizaje en los colegios

Cuando me preguntan qué es un makerspace, siempre respondo que es un lugar donde puedes hacer realidad tus sueños. Luego tengo que seguir explicando, porque aparentemente esa respuesta lo unico que hace es generar más preguntas. ¿Pero qué es? Es un laboratorio de prototipado rápido. La gente sigue sin entender. Es allí cuando tengo que explicar que como su nombre en inglés lo indica, es un espacio para hacer, para crear. Y sigo contando que en este lugar hay una serie de herramientas, muchas de ellas digitales, como computadoras, impresoras 3D, cortadoras láser, cortadoras de vinil, fresadoras CNC, taladros, martillos, y muchas otras, que te permiten crear casi cualquier cosa. ¿Cualquier cosa? Si, casi cualquier cosa. Lo que tu imaginación alcance. ¿Tienes una idea? pues en un makerspace tienes las herramientas necesarias para rápidamente poder transformar esa idea en un objeto concreto, tangible.

¿Pero por qué un makerspace en un colegio? Para entender la necesidad de estos espacios de creación en centros educativos, y particularmente en colegios, hay que ponernos primero en el contexto del mundo en que vivimos y lo cierto es que vivimos en un mundo digital. Las computadoras van tomando cada vez más protagonismo en nuestras vidas. Primero entraron a nuestros trabajos, a nuestros escritorios, luego a nuestras casas, y desde hace poco más de 10 años a nuestros bolsillos y a nuestras manos. Hoy en dia las computadoras están en nuestros relojes, carros, electrodomésticos, y todo tipo de dispositivo. Están en todas partes. Y están además todas interconectadas a través de Internet. Y si no bastara con esto, las tecnologías digitales están creciendo aceleradamente, de manera exponencial, lo que significa que cada vez más rápido nos deberemos enfrentar a tecnologías más disruptivas. Cuando decimos que el mundo avanza muy rápido, no es broma, es real. La era digital atraviesa todas las industrias, desde la manufactura, hasta la medicina, pasando por el sector financiero, las comunicaciones, la biotecnología y por supuesto también la educación.

Esta situación nos presenta un panorama de incertidumbre. Es muy difícil poder proyectarnos a un corto o mediano plazo debido a la velocidad del cambio. Un mercado laboral cambiante, con carreras o profesiones que van a desaparecer y otras muchas nuevas que aún no conocemos, hace casi imposible definir qué deben aprender los alumnos en estos tiempos ¿Qué hacemos entonces?  ¿Cómo nos preparamos? ¿Cómo preparamos a nuestros alumnos? Lo primero es ajustar nuestro Mindset. Darnos cuenta que si el mundo cambia, nuestra forma de mirar el mundo debe de cambiar también. No es fácil y no hay fórmulas. Hay que abrir los ojos, observar, y sobre todo, abrir mucho más la mente. 

Si bien no tenemos muy claro qué herramientas necesitamos en el futuro para poder desenvolvernos, si sabemos que hay 4 habilidades fundamentales que nos van a ayudar mucho a enfrentarnos a este mundo cambiante. Un mundo en el que uno de los principales retos será la capacidad de resolver problemas de manera creativa. Son conocidas como las habilidades del Siglo XXI :

Pensamiento crítico. Debemos aprender cuestionarnos todo, hacernos las preguntas correctas. Pensar por nosotros mismos.

Creatividad. Pensar distinto para generar valor, hacer las cosas de manera diferente.

Colaboración. Trabajar de manera colaborativa, reconociendo las capacidades de los demás y nuestras limitaciones. Ser empáticos.

Comunicación. Debemos ser capaces compartir y transmitir nuestras ideas de una manera asertiva y efectiva. Conocer y elegir los lenguajes adecuados.

Y una quinta habilidad que agregaría es la de aprender. Debemos aprender a aprender, adueñarnos de nuestro aprendizaje. En palabras de Seymour Papert: “The best learning takes place when the learner takes charge”. Tenemos que aprender a aprender.

Es justamente el makerspace un espacio ideal para poder desarrollar todas estas habilidades. Durante todo el proceso de creación ponemos a prueba estas y otras más. Desde la concepción de la idea debemos tener en cuenta la implicancias de la misma, cómo y a quién puede afectar y de qué manera. Debemos investigar, documentarnos, discernir información. Debemos pensar. Nuestra creatividad estará al máximo para poder afrontar todos los problemas que se nos van a presentar al momento de crear algo. ¿Dónde pongo este tornillo? ¿cómo cambio la programación? ¿qué pasaría si lo pinto de este color? ¿cómo podría mejorarlo? La colaboración se da de manera natural dentro de un makerspace. Nadie sabe todo, y todos tenemos intereses distintos. Es por eso que al abordar un proyecto será necesario hacerlo en equipo, donde cada uno sea capaz de aportar sus mejores capacidades, y ser tolerante a la ideas y formas de los demás. Es el espacio propicio para entender que la satisfacción y la alegría de los logros compartidos son inigualables. El espíritu del movimiento maker es el de compartir. Poder transferir conocimiento. Y es allí donde la comunicación cobra un papel importante, más allá de haber intervenido también en todo el proceso de colaboración. Y por si todo esto fuera poco, en el camino fuimos aprendiendo de nuestros errores, siendo perseverantes y construyendo nuestro aprendizaje de manera escalonada. Aprendimos haciendo.

El makerspace toma la forma de un nuevo laboratorio, un centro de recursos, de herramientas y materiales. Un espacio en donde los docentes pueden trabajar cualquier materia curricular a través de proyectos, y los alumnos toman las riendas de su aprendizaje. Pueden hacer lo que más los apasiona, aprendiendo de y con sus compañeros y por sobretodo jugando.

Cuando me preguntan que es un makerspace, siempre respondo que es un lugar donde puedes hacer realidad tus sueños, pero yo no te lo puedo contar, tu tienes que vivirlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *